miércoles, 31 de julio de 2013

LOS BUQUES SUICIDANTES

Resulta que hay pocas cosas más terribles que encontrar en el mar un buque abandonado. Si de día el peligro es menor, de noche el buque no se ve ni hay advertencia posible: el choque se lleva a uno y otro. Estos buques abandonados por h o por b, navegan obstinadamente a favor de las corrientes o del viento; si tienen las velas desplegadas,  recorren así los mares, cambiando caprichosa mente de rumbo. No pocos de los vapores que un buen día no llegaron a puerto, han tropezado en su camino con uno de estos buques silenciosos que viajan por su cuenta. Siempre hay probabilidad de hallarlos, a cada minuto. Por ventura las corrientes suelen enredar-los en los mares de sargazo.  Los buques se detienen, por fin, aquí o allá, inmóviles para siempre en ese desierto de algas.  Así, hasta que poco a poco se van deshaciendo.  Pero otros llegan cada día, ocupan su lugar en silencio, de modo que el tranquilo y lúgubre puerto siempre está frecuentado. 
Candela gomez

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